jueves, 30 de marzo de 2023

Fortalecer la Psiquis



Capacidades a fortalecer:

Apego Seguro
Autonomía
Identidad Integrada
Resiliencia
Auto Estima Realista y Fiable
Un Sentido de Valores
Regulación y Tolerancia de Afectos y Pensamientos
Introspección
Mentalización
Flexibilidad de las Defensas
Relación - Separación
Capacidad de Duelo




Poder separarse de las otras personas con relativa facilidad y disfrutar de reunirse de nuevo con ellas. Saber estar profundamente cerca de alguien y también poder estar solo.
Se basa en una confianza básica y sensación general de seguridad, esta confianza y seguridad surge de un apego suficientemente bueno en la infancia con las figuras protectoras.
Los vínculos son buenos cuando podemos mantener una cercanía emocional (intimidad psicológica) y a la vez soportar ausencias y reencuentros sin demasiada angustia o tristeza. Cuando no ha podido establecerse esta capacidad la persona puede tener dificultad para establecer vínculos íntimos, ser fría, extremadamente desapegada, o establecer vínculos pegajosos y asfixiantes, o bien tener vínculos inseguros, desorganizados, sintiendo miedo extremo.



Poder decidir al menos parcialmente en qué dirección va la vida de uno, pudiendo asumir decisiones que no son necesariamente las mismas que tomarían otras personas.

Sentir que uno tiene opciones, sentir que uno tiene la libertad interna suficiente para poder elegir en función del criterio propio.

Si la capacidad de autonomía no está constituida, la persona no sabe por qué hace las cosas que ha hecho, o hace cosas que no desea hacer puramente para complacer a los demás.





Poder aceptar y sentir varias cosas distintas (buenas y malas, por ejemplo) hacia sí misma/o, hacia otra persona o hacia una situación, verlos de forma tridimensional y poder mantener esa visión.

También es importante el elemento temporal, tener una consciencia integrada de cómo una/o era en el pasado, cómo una/o es actualmente y cómo puede llegar a ser. Esto incluye la conciencia integrada de los eventos de la vida en el paso del tiempo.

Si la identidad no ha podido integrarse la persona se vivirá a sí misma/o, a los demás y a los eventos de su vida de manera fragmentada, con cambios extremos de percepción y sin matices, en forma extrema o muy polarizada.




 

Poder sobrellevar las experiencias traumáticas, vivirlas, sentirlas y tener la capacidad de volver a vivir sin quedar atrapado en el derrumbe o daño.

Encajar los golpes inevitables de la vida y volver a ponerse de pie.

Cuando falta una cierta resiliencia la persona puede quedar atrapada en el daño, con una visión negativa de de sí y la vida, que le tranca avanzar en su auto realización como persona.






Poder verse y apreciarse en la medida justa de lo que una/o es, sin ser excesivamente duro consigo misma/o ni tampoco autocomplaciente, pudiendo reconocer mis puntos fuertes y débiles de manera constante.

Implica tolerancia hacia las limitaciones propias, que pueden incluso ser tomadas con humor, y tener  seguridad de tener habilidades en ciertas áreas.

Lo contrario es sentir muy poca estima por sí misma/o y a la vez, sobrevalorar otros aspectos de sí.

Lo que lleva a que nos cueste valorar aspectos de otros y a admirar y envidiar (sin necesariamente reconocerlo) aspectos sobre otras/os que no son tan así, que están sobrevalorados.






Poder de vincularse y relacionarse, si una persona carece de valores actuará exclusivamente en beneficio propio (lo cual, paradójicamente, suele ser poco beneficioso desde lo social, es una falla social), no tomará en cuenta a los demás y generará daño.

Estas personas son las que más actúan con autosuficiencia egocéntrica y menos perciben su necesidad de ayuda.






Poder sentir y pensar una amplia variedad de emociones y pensamientos sin miedo ni la necesidad de actuar sobre ellos inmediatamente.

Es importante tener el espacio interior suficiente para poder pensar y sentir con libertad, tener la libertad interior de elaborarlo y decidir si se expresa o no.

Cuando falla esta capacidad las posibilidades de pensar y sentir serán fuertemente limitadas por el miedo de qué podría ocurrir si pensara o sintiera tal cosa, no se crea este espacio de interioridad, a la vez que se tiende a actuar impulsiva y desreguladamente.





Poder pensarse, sentirse, reflexionarse, entenderse y comprender los motivos por los cuales una/o siente, piensa o hace las cosas.

Nos permite conocernos lo suficiente como para dirigir nuestra vida en una dirección provechosa y evitar aquellas situaciones que le son poco beneficiosas.






Poder apreciar que las otras personas son seres distintos de una/o.

Entender cómo funcionan las demás personas y apreciar que actúan por motivos que a veces no tienen nada que ver con una/o misma/o.

Es una actividad mental de imaginarse los estados mentales e internos de la otra persona: sus motivaciones, necesidades, deseos, creencias, objetivos, etc.

Sin esto se tendrán dificultades comprender a los demás y tenderá a creer que todo lo que hace otro tiene que ver con una/o.

Es empatizar.





Poder usar varios  mecanismos de defensa psíquicos frente a situaciones distintas en función de las necesidades del momento.

Los mecanismos de defensa son necesarios para proteger a la persona de determinados contenidos mentales o situaciones intolerables que aparecen inevitablemente en la vida.

Sin embargo, quedarse sólo en algún mecanismo y repetir la misma defensa para distintas situaciones empobrece la personalidad y sus respuestas. 





Poder aceptar las cosas que no se pueden cambiar (sean personas que una/o ha perdido o deseos que una/o no puede realizar), poder hacer un duelo por ellas y, más adelante, implicar esas emociones en otras relaciones o actividades.

Aunque pelear por lo que una/o quiere es bueno, también es necesario saber renunciar a lo que no puede ser.

La vida está llena de duelos a medida que pasamos de una etapa a otra se pierden y ganan relaciones.

Para poder sobrellevarlos, enriquecerse emocionalmente ayuda a transitar los duelos más fácilmente.



















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