miércoles, 20 de octubre de 2010

IMAGINERIA EMOTIVA. Wilson Van Dusen.

Bajo los procesos conscientes de la mente -aquellos que aparentemente dirigimos- subyace un mar de sentimientos. Este telón de fondo posee la constante capacidad de retratar nuestras reacciones frente a nosotros mismos y frente a otros, y de llevar a imágenes nuestras propias tendencias internas. El mar del sentimiento es relativamente poco conocido y frecuentemente desdeñado. Sólo podemos hacer conjeturas en cuanto a las causas de esto.

En primer lugar, tendemos a identificarnos principalmente con los productos finales de nuestra mente: pensamiento y acción. Desde el punto de vista relativamente claro y preciso del pensamiento y la acción, el sentimiento parece un proceso de forma imprecisa, indefinida, poco confiable, resbaladiza. No posee la clara firmeza de nuestras palabras o actos. Es demasiado indefinido, oscuro, poco confiable.

Más aún, este yo verbal, observando desdeñosamente al sentimiento, halla que este se desvanece frente al análisis lógico. Actúa como un animal tímido que prefiere esconderse de la presencia del hombre-verbal. La mayor parte de los rumores referentes al mundo del sentimiento son negativos. La gente sospecha que el sentimiento es quizá sólo una locura y una tontería. Puede manejársele en cualquier sentido. El tipo opuesto de rumor acerca del sentimiento pronunciado es más siniestro. Un sentimiento fuerte puede provocar que una persona se haga incontrolable y aun peligrosa. Quizá somos todos locos o asesinos en el fondo. Podemos respaldar este rumor con los hechos. Podemos citar situaciones de llanto o ira, demostrando que perturan el suave flujo de la fina compañía. Ya que está todo dicho, la razón decide que es más adecuado tomar las riendas. El sentimiento es confinado o refrendado, porque, o bien es algo diluido e informe o es demasiado perturbador y escapa a nuestro control.