domingo, 12 de abril de 2020

Notas de Neptuno

En una dimensión arquetípica y material de Neptuno, el redentor,
elige a las personas heridas, las que sufren,
no las que son normales, busca una redención mística:
la fusión de la compasión con la adoración,
es una búsqueda neptuniana de unidad,
donde en un nivel bajo de consciencia se pueden
dar identificaciones ciegas,
terminar adorando a quien te devorará sin capacidad de poner límites,
perdiendo la propia identidad, pero finalmente sin lograr redimir,
porque se cae en la trampa de una voracidad sin fondo.

El adorar a quien te destruye es irracional,
pero explica la poderosa fuerza y tracción,
el éxtasis de esa participación mística, donde en la breve fusión
se toca momentáneamente la eternidad.

Este es un bautismo que purifica los tormentos atravesados y borra,
permite volver a empezar como si nada hubiera pasado.

De ahí que la revisión acuciosa, realista y detallista (Saturno)
pueda no llegar a la consciencia,
la cual se vuelve a obnubilar en los destellos y
espejismos de esta promesa de redención,
de tocar el cielo.

Es la dinámica de las relaciones tóxicas y
de los estados de adicción donde se lograría
esta expansión de consciencia de los propios límites
y estados de unidad,
un paréntesis al vacío de la soledad.


La redención consciente que implica partir el propio pan de luz
y dejar que coman de la propia energía en la consciencia
para dejar una huella en ese otro/a y prender la chispa
y avivar el fuego interno de ese prójimo.


Quien redime conscientemente rescata para despertar,
no se sacrifica en vano, ni para desaparecer.
La verdadera compasión con el sufrimiento
es la que tiene capacidad de contenerlo,
de regularlo,
de mantenerlo bajo cierto control,
para poder aliviarlo y transformarlo.

Transformarlo sería más que aliviarlo en lo inmediato,
es ser capaz de volcar esa energía hacia un estado de mayor consciencia.
Esta redención neptuniana consciente se hace primero en el fuero interno
con los propios mendigos, inválidos, hambrientos, ciegos, viudos,
partes escindidas, disociadas, anestesiadas,
muertas, sobreadaptadas, dolidas, regresivas;

Entrenando la integración se haya el éxtasis interior,
el llamado íntasis,
comunión sagrada consigo mismo.
Camino de integración,
individuación,
ampliación de la consciencia desde el corazón,
la emoción, la compasión,
sentir fuera de los estados de juicio y prejuicio -consigo mism@-,
fuera de los estados superyoicos.

Sentarse, sentirse,
respirar,
enfocar la atención,
en sí,
en la zona esencial,
saltar las distracciones de la propia negación del dolor,
comunicarse con las partes dolientes,
sostener,
abrazar,
sostener la atención ahí,
escuchar el dolor si mirar para el lado,
dirigir la intención hacia el consuelo,
en la transmutación amorosa.
La transmutación hermética, grado a grado, para llegar al oro.