miércoles, 8 de mayo de 2019

Sobre el Estrés



“El gran reto de la medicina, en este siglo, es seguir
mejorando nuestro conocimiento acerca del impacto
negativo del estrés crónico sobre los sistemas nervioso,
endocrino, e inmune, con el propósito de implementar
programas preventivos de intervención biopsicosocial”.
Manolete S. Moscoso

                Desde la psiconeuroinmunoendocrinología se ha evidenciado que no existe una real división entre la mente y el cuerpo, debido a las interconexiones científicamente establecidas entre el cerebro, sistema nervioso, el sistema endocrinológico y el sistema inmunológico.

Nuestra forma de pensar, creencias y sentimientos son actividad bioquímica en las células nerviosas de nuestro cerebro, la cual se expresa dentro de los sistemas endocrinológico y sistema inmune determinando el estado de salud actual del individuo. Al modificar nuestros pensamientos y estados estamos modificando nuestra biología. La mente, el sistema nervioso, el sistema endocrino, y el sistema inmune interactúan en el ser humano, se comunican mutuamente y de manera permanente.

Es importante diferenciar entre los estresores y las respuestas al estrés. La respuesta fisiológica a las situaciones estresoras fue estudiada por Walter Cannon en 1915 con animales en situación de laboratorio donde se los exponía a una situación de amenaza o presión extrema. Esta respuesta fisiológica fue nombrada como Lucha o Huida (Fight or Flight = lucha o vuelo). Según Cannon la respuesta fisiológica del estrés nos permite reaccionar ante una situación de emergencia con nuestro potencial físico, superar el peligro, y lograr un proceso de adaptación al entorno y a las circunstancias que nos rodean (“Cambios Corporales en Situaciones de Dolor, Hambre, Temor y Rabia” y “La Sabiduría del Cuerpo”, 1915 y 1932).


En 1936 Hans Selye respecto al estrés describe el Síndrome de Adaptación General como una respuesta fisiológica en 3 fases:
Reacción de Alarma: donde las glándulas adrenales producen adrenalina y cortisol con el propósito de restaurar la homeostasis.
Resistencia: en la cual la adaptación del organismo llega a un estado óptimo. Si el estresor persiste se inicia una tercera fase:
Agotamiento: en la que el organismo abandona el proceso de adaptación y culmina en la enfermedad o muerte.


Estos estudios fueron llevados a cabo con animales, sin embargo hoy día los estudios científicos de la neuroendocrinología y de la psicoinmunología realizados con humanos, han permitido observar la respuesta fisiológica del estrés y sus consecuencias en la salud de los individuos (Steinman, 2004). Conocer en detalle los circuitos involucrados y multidireccionales entre el cerebro (la mente), la neurología, la endocrinología y la inmunología.

La palabra estrés proviene de latín stringere (apretar) y en inglés significa ‘fatiga de material’. Desde el sistema nervioso y muscular sabemos que los músculos se aprietan y contracturan, y de persistir la situación estresora o el estado fisiológico de estrés se llegaría a contracturas crónicas y a estados de agotamiento. Otra distinción importante es el estrés positivo o Eutrés, que es la respuesta fisiológica donde nos activamos para actuar, resolver y superar situaciones en pos de la adaptación y la supervivencia; versus el estrés negativo, denominado Distrés (Moscoso, McCreary, Goldenfarb, Knapp&Rohr, 1999), o estrés crónico, donde la persona sigue activada, en alerta y resistencia pese a que ya ha pasado la situación estresora que demandaba tal reacción, es decir la respuesta fisiológica se vuelve inadecuada.


Sin embargo, la respuesta fisiológica es sólo una parte, y las investigaciones científicas demuestran la existencia de múltiples factores: ambientales, culturales, estrato social, de sexo, actitudinales, y rasgos de personalidad, etc. que cumplen un rol mediador y modulador en la respuesta fisiológica del estrés (Goldstein & Eisenhofer, 2000). Lazarus y Folkman (1984) hablan del estrés psicológico, que puede ser ocasionado por estresores externos o internos y que está sujeto a una evaluación cognitiva, el cual toma en consideración como elemento importante la percepción por parte del individuo. Estos autores hablan del Appraisal como la interacción entre una amenaza externa, la evaluación cognitiva de esa amenaza (appraisal primario), y los recursos personales percibidos para enfrentar tal amenaza (appraisal secundario). El estrés vivenciado varia en los sujetos según la percepción y valoración externa de la situación y la autopercepción y autovaloración de los propios recursos.


También debemos considerar la respuesta emocional del estrés, que son las derivadas de la emoción básica del miedo (preocupación, ansiedad, angustia, parálisis, pánico, etc.) y las de la emoción básica de la rabia (irritación, ira, cólera, etc.), o bien de la tristeza, desgano, estados de desesperanza, etc. Estas respuestas emocionales pueden ser transitorias, o bien transformarse en estados más estables, las emociones pueden ser bloqueadas y reprimidas (somatizadas), o expresadas con descontrol y desregulación emocional y expresiva, o bien expresadas de manera regulada y adaptativa. El distrés emocional mal gestionado por represión/bloqueo/negación o impulsividad/desregulación puede generar una serie de trastornos emocionales y del comportamiento, como trastornos de ansiedad, de depresión, del ánimo, duelos patológicos, trastornos fóbicos, trastornos de estrés post traumático, violencia, impulsividad, etc. Algunas de los estresores más estudiados han sido situaciones de divorcio, encarcelamiento, exámenes académicos, perdida de seres queridos, cuidado permanente de familiares con discapacidad física o enfermedad, diagnóstico de enfermedades terminales, dificultades financieras (Spielberger & Moscoso, 1996; Moscoso, 1995; Martin & Dean, 1993).

Los últimos estudios de psiconeuroinmunoendocrinalogía detallan la respuesta fisiológica del sistema nervioso, sistema endocrino y sistema inmune, a continuación se muestra esquema de qué se activa en estos 3 sistemas como efectos directos del estrés crónico:




Entonces el estrés cuando es agudo y acotado ante una situación es positivo, de naturaleza protectora y adaptativa; y genera un ambiente químico que es propicio para reaccionar. Pero cuando el estrés se hace crónico, estas mismas sustancias se vuelven tóxicas para el organismo y la salud.

Respecto a los efectos indirectos cobra especial importancia la llamada Respuesta Comportamental, que se refiere cómo el sujeto responde con conductas ante el estrés, como por ejemplo con consumo de tabaco, excesivo consumo de alcohol o cafeína, o bien realizando ejercicios de relajación, descanso y durmiendo lo suficiente después de un evento estresante.

La nueva visión del estrés pone un acento fundamental en la Respuesta Comportamental, es decir, en el estilo de vida, o sea, una opción saludable y de autocuidado en pos del propio bienestar (salud integral). Estilo de vida que favorece la reducción del estrés y que busca lograr un buen nivel de calidad de vida, a través de: tener buen soporte social y redes primarias de apoyo; cultivar las relaciones afectivas y sanas y una expresión adecuada de emociones; contar con espacios de recreación; tener una nutrición balanceada; hacer ejercicios físicos moderados; practicar relajación,  meditación, flexibilidad corporal; dormir bien a través de una adecuada higiene del sueño, contar con espacios diarios de descanso, tener tiempos de recreación; poseer motivación vital a través de la fe, la trascendencia, principios o valores; cuidar de la propia salud a través de chequeos médicos y dentales; poner énfasis en el consumo moderado de alcohol y la eliminación del consumo de tabaco.
El estrés negativo, distrés o estrés crónico se mantiene cuando asumimos un estilo de vida que contribuye a experimentar un mayor nivel de estrés y desarrollar un patrón conductual caracterizado por reacciones emocionales desreguladas, consumo de tabaco, excesivo consumo de alcohol, excesivo consumo de calorías y grasas saturadas, falta de entrenamiento físico, largas horas de trabajo, aislamiento social y emocional, falta de actividades relacionadas con la relajación y descanso corporal. Esta documentado por la evidencia científica que el estrés crónico genera un desbalance bioquímico que resulta en alteraciones inmunosupresoras que conducen al desarrollo de enfermedades inflamatorias, fatiga causada por el agotamiento de las glándulas suprarrenales, enfermedades metabólicas que incluyen obesidad, diabetes tipo 2, y enfermedades cardiovasculares. Además, se ha observado que los distintos tipos de cáncer se desarrollan en tejidos previamente inflamados y que es común que personas diagnosticadas con cáncer hayan sufrido hace un par de años atrás una fuerte crisis marcada por el distrés emocional (“De la mente a la célula: impacto del estrés en la psiconeuroinmunología”, Manolete S. Moscoso, 2009).

El manejo del estrés es posible a través de un estilo de vida compuesto de prácticas cotidianas de autocuidado destinadas a la cuidar y mantener la propia salud, entendida esta como un estado general de bienestar. En los talleres que desarrollo facilito la toma de consciencia de este tema, la autoexploración del propio estilo de vida, prácticas y vivencias de autocuidado, así como generar planes de acción de mejora y de incorporación de hábitos para el beneficio de la propia salud. Para esto utilizamos diversos recursos provenientes del Psicodrama, la Biodanza, Mindfulness, técnicas de relajación y meditación, ejercicios de terapias corporales, entre muchas otras perspectivas y herramientas.