La Luna en Capricornio, expresa a nivel colectivo una emoción hecha piedra capricorniana, emociones endurecidas, frías hasta congelarse, son la expresión de emociones cerradas, de estar a la defensiva, hasta el extremo de la paranoia, ambientes de mucha desconfianza, miedo y el consecuente enfermizo comportamiento de control.
Estos miedos llegan a nublar la luz de la ternura, dulzura, juego apacible y cálido del Sol en Cáncer, de nuestra consciencia hogareña y conexión con la nutrición emocional, el maternaje y el juego.
Se abren las heridas profundas de las infancias y de la propia infancia, de no sentirse querido/a-acogido/a-aceptad@-amade. Esto tiene una larga tradición en nuestra humanidad, donde la infancia y lo femenino maternal ha sido azotada de malos tratos desde tiempos remotos.
Estando Saturno, Plutón, Júpiter y la Luna en Capricornio, el Patriarcado y sus estructuras patriarcales se nos pueden hacer hoy más visibles que antes, brotar y emerger al darse cuenta planetario, el deseo insaciable (Júpiter) de abuso de poder (Plutón) se ve en todas partes, la codicia, la avaricia, el deseo de controlar y dominar a la humanidad (Saturno, Plutón) expresado en las estructuras externas y en los esquemas mentales de quienes manejan en el fondo de sus mentes un paradigma de escasez, carencia y 'que no alcanza para todos' (Capricornio) queda ya develado para la gran mayoría de las personas del planeta.
Este corazón endurecido como roca (Luna en Capricornio) de las estructuras del Patriarcado y sus Patriarcas, los Señores de la Vida y de la Muerte, los Señores de este Mundo y el asesino que está detrás de todos ellos y aun no ha querido dejar nuestro mundo, se nos hace más visible, a cada uno en su nivel, es el el que gobierna a través de las miserias y sufrimientos de toda lo vivo.
Pero no se puede secuestrar la luz y apagarla por siempre, vamos avanzando hacia el centro de la galaxia, es un gran movimiento en el que vamos insertos, hacia un retorno al equilibrio, conectarse con la simplicidad de lo cotidiano de Cáncer, la luz de amor que brota de nuestro centro.
Es momento de integrar las heridas de la infancia y la familia, contener y mirar cómo se dañó o mutiló la ternura en nuestra crecimiento, formación y desarrollo; es momento de sanación e integración del niño y la niña, de la mujer y la madre, de los grandes desplazados, anulados y castigados por el padre patriarcal; es momento de sanar al niño y la niña internos, de empatizar y compadecer a las mujeres y a lo femenino, de mirar a los hombres identificados más allá de su personalidad, con una mirada amorosa, a ese niño interno y esa ánima interna que le fueron arrebatadas en el proceso de uniformización masculina.
Para que evolucionemos con el planeta, necesitamos sanar y equilibrar internamente a los desplazados, no todo lo que sucede afuera en el contexto político y social depende de hacer cosas afuera, es un cambio mucho más grande y todo lo denso se va a ir quedando atrás.
Estos miedos llegan a nublar la luz de la ternura, dulzura, juego apacible y cálido del Sol en Cáncer, de nuestra consciencia hogareña y conexión con la nutrición emocional, el maternaje y el juego.
Se abren las heridas profundas de las infancias y de la propia infancia, de no sentirse querido/a-acogido/a-aceptad@-amade. Esto tiene una larga tradición en nuestra humanidad, donde la infancia y lo femenino maternal ha sido azotada de malos tratos desde tiempos remotos.
Estando Saturno, Plutón, Júpiter y la Luna en Capricornio, el Patriarcado y sus estructuras patriarcales se nos pueden hacer hoy más visibles que antes, brotar y emerger al darse cuenta planetario, el deseo insaciable (Júpiter) de abuso de poder (Plutón) se ve en todas partes, la codicia, la avaricia, el deseo de controlar y dominar a la humanidad (Saturno, Plutón) expresado en las estructuras externas y en los esquemas mentales de quienes manejan en el fondo de sus mentes un paradigma de escasez, carencia y 'que no alcanza para todos' (Capricornio) queda ya develado para la gran mayoría de las personas del planeta.
Este corazón endurecido como roca (Luna en Capricornio) de las estructuras del Patriarcado y sus Patriarcas, los Señores de la Vida y de la Muerte, los Señores de este Mundo y el asesino que está detrás de todos ellos y aun no ha querido dejar nuestro mundo, se nos hace más visible, a cada uno en su nivel, es el el que gobierna a través de las miserias y sufrimientos de toda lo vivo.
Pero no se puede secuestrar la luz y apagarla por siempre, vamos avanzando hacia el centro de la galaxia, es un gran movimiento en el que vamos insertos, hacia un retorno al equilibrio, conectarse con la simplicidad de lo cotidiano de Cáncer, la luz de amor que brota de nuestro centro.
Es momento de integrar las heridas de la infancia y la familia, contener y mirar cómo se dañó o mutiló la ternura en nuestra crecimiento, formación y desarrollo; es momento de sanación e integración del niño y la niña, de la mujer y la madre, de los grandes desplazados, anulados y castigados por el padre patriarcal; es momento de sanar al niño y la niña internos, de empatizar y compadecer a las mujeres y a lo femenino, de mirar a los hombres identificados más allá de su personalidad, con una mirada amorosa, a ese niño interno y esa ánima interna que le fueron arrebatadas en el proceso de uniformización masculina.
Para que evolucionemos con el planeta, necesitamos sanar y equilibrar internamente a los desplazados, no todo lo que sucede afuera en el contexto político y social depende de hacer cosas afuera, es un cambio mucho más grande y todo lo denso se va a ir quedando atrás.
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